︎nikitaderodriguez

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Nikita Rodríguez es un personaje ficticio. Un heterónimo al que recurro a la hora de hacer cierto tipo de proyectos artísticos, que me permite negociar con esa parte de mí que se pelea con las convenciones sociales y se enamora perdidamente de ciertas rarezas y pequeñas monstruosidades del mundo y la gente que me rodea.

Podemos decir que nació en una pequeña isla, ya desaparecida, en medio del océano Pacifico, a 5360 km en linea recta desde Ciudad de Mexico a Moscú...o al revés.

El estilo particular de este personaje, es fruto de la irresistible atracción que siente por el error, la rareza y cualquier forma de debacle personal y social.

Dibujar, para ella, es una forma terapéutica de resolver la paradoja vital que confluye entre la catástrofe y el hábito, permitiéndole transformar la oscuridad de las relaciones humanas, con sus miserias ,vacíos y tópicos, en algo entrañable.

Ha desarrollando un universo simbólico complejo, que se compone de una amplia gama de símbolos y personajes que articulan expresivas figuras retóricas visuales.
Estos personajes y símbolos revelan con trampas, disfraces y engaños la certeza, y por el contrario, aquello que parece explícito resulta falso. La ironía y la crítica social emergen entrelazadas.

Paisaje simbólico.

Algunos de estos símbolos son:

Telehorristas (sic.). O terroristas con forma de televisión. Hacen explícita la estrecha relación entre terrorismo, medios de comunicación y horror. Confluyen en un mismo elemento capaz de revelar la verdadera dimensión de la patología social.

Conejos. Representan la mujer o la feminidad llevando al extremo el tópico del imaginario femenino construido por y para hombres. El paroxismo de esta representación se une a la total ausencia de erotismo. No hay libido. Todo elemento erótico queda reducido a insignia o bandera. Piernas de prostitutas, orejas de conejo, bragas y calzoncillos de superhéroes arrancan, meramente, sonrisas de complicidad.

Hombres y mujeres casa. La seguridad, el lugar donde nada malo puede pasar. El dolor y el daño no pueden atravesar el umbral de este recinto simbólico que, una vez integrado en el propio sujeto, constituye una coraza impenetrable.

Hombre-Mujer arbusto. Como estrategia de camuflaje es inútil. El personaje aparece oculto sólo ante sus propios ojos. El resto del mudo le ve sin dificultad. El arbusto es el disfraz de “se te ve el plumero” o, en otras palabras, la afirmación explícita del mecanismo presente en el resto de disfraces: yo mismo soy una representación, un constructo que refleja mi auténtica identidad, inalcanzable de forma directa.

Alas. Representan la posibilidad de evasión y, junto con la recuperación del afecto y lo entrañable del error humano,  son una herramienta para soportar un universo dislocado e incongruente.

Gringolandia. Armas, botas y sombreros tejanos. La cultura norteamericana exportada globalmente se transforma en referente universal, símbolo de progreso y evolución. Cobra aquí, sin embargo, tintes de subcultura, de rareza, subrayando lo absurdo de la herencia cultural masificada.

Familia. La agrupación de los personajes en estructuras familiares



(c) Nikita Rodriguez (2020) — Madrid